Tangerine Flavour: La búsqueda incansable

Hablar de Tangerine Flavour es hablar de un viaje. Un trayecto que empieza en Madrid hace ya una década y que, con el paso de los años, se ha convertido en una especie de ruta musical que conecta el alma mediterránea con el pulso del sur estadounidense. Su música respira la brisa del río Misisipi, bebe de los cantos del blues y del country, se impregna del rock sureño, pero también del country rock de los años 60 y 70 y del sonido soleado de la Costa Oeste, con referentes inevitables como The Eagles. Si uno afina el oído, incluso puede detectar la huella de Canadá, de esa escuela que dejó The Band con su manera única de mezclar raíces soul y rock.
Quizá ahí, en la filosofía musical de The Band, esté la clave para entender a Tangerine Flavour. Su propuesta no busca inventar la rueda, pero sí reinventar el viaje: soul, blues, rock and roll, folk y country se entrelazan en un mosaico sonoro que, lejos de la mera imitación, desprende un carácter propio, reconocible, denso y personal. Innovar en música nunca ha sido sencillo, y menos aún en un tiempo en el que parece que todo está dicho. Pero hay un territorio aún fértil: la reinterpretación, el darle forma personal a la tradición. Y eso, justamente, es lo que la banda madrileña consigue con brillantez.
Su discografía es la mejor manera de comprobarlo. No Hard Feelings (2017), su primer largo, rezuma influencias noventeras, con ecos de Wilco y The Jayhawks, y pone los cimientos de un estilo que no se encierra en etiquetas. En Empty Fantasies (2019), el sonido se afina y gana en elegancia: entre country clásico, soul y medios tiempos con aroma de crooners, sin abandonar nunca las raíces del rock sureño. El salto llega con Space Cowboy (2023), un álbum doble que parece escrito en carretera, en moteles y bares improvisados, con el espíritu libre de las jam bands. Aquí asoman atmósferas psicodélicas, toques latinos al estilo de Nueva Orleans y un country cósmico que evoca desiertos infinitos.
Ahora, en 2025, la banda celebra diez años de trayectoria con un recopilatorio titulado X, un álbum con colaboraciones, canciones inéditas y relecturas de sus clásicos. Una celebración que no se queda solo en el estudio, su concierto en la sala El Sol, con un formato especial y la complicidad de amigos y músicos invitados, ha quedado inmortalizado en un inminente disco en directo.
En su camino, Tangerine Flavour ya han cruzado el Atlántico. Conciertos en Texas, Tennessee y otros rincones del sur de Estados Unidos han marcado un primer capítulo de su aventura americana. Una experiencia que ha fortalecido todavía más su identidad y que parece reclamar una continuación. Hay rumores de una segunda parte, una nueva travesía al corazón de la música norteamericana, aunque todavía nada se ha confirmado.
En estos diez años, Tangerine Flavour no han dejado de buscar. Y quizá esa sea su mayor fortaleza: la incansable voluntad de seguir explorando, de caminar sin prisa pero sin pausa por las carreteras del rock americano, con la certeza de que todavía quedan paisajes nuevos que descubrir.